viernes, 22 de febrero de 2013

Tendencia Inexorable


Publicación de Periódico Debate (@DebateCol) de Febrero 20 de 2013

No sorprende la última encuesta de Datexco. Desde aquella que siguió a los primeros 100 días de gobierno, la popularidad del presidente Santos ha venido cayendo inexorablemente. La realizada cuando se  anunciaron los diálogos de La Habana fue la única que contradijo esa tendencia. Dijimos entonces, y hoy lo comprobamos, que era meramente circunstancial y respondía a la exacerbación colectiva del anhelo de paz con que hemos nacido y han muerto colombianos por más de 50 años.

Ni los decimales ni los márgenes de error pueden invertir una tendencia de más de dos años. Se requiere una ejecución excepcional o unos eventos extraordinarios que detengan esa inercia. El gobierno lleva más de un año alegando que es un problema de comunicación. Falso. En los últimos cincuenta años no se había visto tan desmesurada compra de conciencia editorial y periodística como ahora. El gobierno ha tenido toda la prensa que ha querido y sin ruborizarse ha sabido acallar las voces que le resultan molestas a su narcisista unanimismo.

Sin embargo, con la negación que produce la soberbia y convencido del cuento de la comunicación, el Gobierno preparó para el 2013 una nueva “Vuelta a Colombia” que viene ejecutando contra falsa pulmonía y marea. Le oí decir a uno de los ya muchos altos consejeros presidenciales que el gobierno sabía que necesitaba mostrarse en las regiones si quería parar esa tendencia, a tiempo para reelegirse.

Esta nueva gira se distingue de la anterior en que viene acompañada de tabletas para los niños, casas gratis y una alta dosis de disfraces y frases alegóricas a las costumbres de cada región. No me referiré a lo postizo y ridículo que se le ven a este gobierno esos “accesorios” culturales. Merece comentario más bien el velado chantaje que en esta gira representan las regalías y la anunciada “redescentralización” con que el Ministro del Interior justifica entregar las retenidas y rescatar a Santos.

No puede el gobierno pretender, después de hacer pasar hambre a las regiones reteniéndoles sus regalías en Bogotá por dos años, que los cheques del 2013 que alcaldes y gobernadores recibirán con una sonrisa, sean capaces de cambiar la opinión de los electores. El daño está hecho y solo sería reversible si esos dos años de hambre hubiesen estado acompañados de ejecución. Pero no fue el caso porque las locomotoras nunca arrancaron.

Eso explica que la única novedad de la encuesta sea el notorio incremento del negativo. De paso sirve para demostrar, por las fechas de la encuesta, que esta nueva Vuelta a Colombia no le está funcionando, por lo menos en cuanto a ese vanidoso objetivo se refiere. Y no hay que ser Pitágoras para entender que la cuenta de cobro es por la seguridad. La mayoría expresada en la encuesta contra los diálogos de paz, contra las Farc y contra el manejo del gobierno en el tema de seguridad, serían bastantes para invocar el espíritu democrático y terminar los diálogos de La Habana. Sería de paso lo único que lo salvaría.

Pero este gobierno se ha caracterizado por obrar contra la evidencia, así sea camino al despeñadero. La única explicación para quedarse en la mesa le daría la razón a quienes han sostenido que existe un acuerdo cocinado desde el inicio de los diálogos.

Si Santos insiste en ver la inexistente voluntad de paz de las Farc a pesar de lo contraevidente de los hechos y los resultados de la encuesta, no habrá casas gratis, pantalones morados, regalías atrasadas ni tabletas que valgan para salvar su propio desplome.  

El "puro cuento" de Roy

Publicación de Periódico Debate (@DebateCol) de Febrero 9 de 2013



Roy Leonardo Barreras Montenegro, antiguo gavirista que con el tiempo se pasó al pastranismo desde el que saltó al más “puro” vargasllerismo para dar una vuelta de 180 grados hacia el uribismo radical y que hoy milita en la línea dura del santismo “enmermelador”,  la emprendió hace poco contra el Centro Democrático, alegando que esta creciente corriente ideológica es “puro cuento”.

El tristemente célebre presidente del Congreso ha declarado que tiene toda la autoridad para criticar al uribismo, porque él “nunca se ha cambiado de partido político”. Partiendo de ese “razonamiento”, defiende la reelección de Juan Manuel Santos, la cual, según él, debe ir acompañada por una victoria en las elecciones de Congreso que le signifiquen 30 curules al partido de La U en el Senado.


Pero las matemáticas electorales son unas solas. En 2010, la lista al Senado que presentó el partido de La U, cabalgando sobre el éxito político de Álvaro Uribe Vélez y replicando en todos los rincones de Colombia el discurso de la Seguridad Democrática, logró obtener 2.792.944 votos que le valieron 28 escaños en la Cámara Alta de nuestro Parlamento.


Para nadie es un secreto, y menos para Roy, que esos eran otros tiempos. Tiempos en los que los ciudadanos sabían que La U era Uribe; el país tenía arrinconado al terrorismo, el narcotráfico era combatido con verticalidad, sin discursos dobles ni insinuaciones de legalización de drogas. La economía era vigorosa y estaba vacunada contra la “enfermedad holandesa” que hoy presenta síntomas alarmantes. Los colombianos que acudieron a las urnas en 2010 a votar por las planillas de La U, lo hicieron convencidos de que con su sufragio estaban apoyando la continuidad en el tiempo y en el espacio de las exitosas políticas que durante 8 años puso en marcha Álvaro Uribe Vélez.

Pero, ¿a quién le cabe duda de que los electores de Roy y de Juan Manuel Santos fueron asaltados en su buena fe? Les pidieron el voto con un discurso y hoy gobiernan con una agenda diametralmente opuesta. A los votantes de aquel año, nadie les dijo que se iba a negociar con el terrorismo, ofreciendo impunidad y elegibilidad de los victimarios, ni mucho menos se les planteó que el presidente-dictador de Venezuela, aquel que protege a los jefes del narcoterrorismo en su país, sería declarado como el nuevo mejor amigo del gobernante colombiano. Ninguno de los candidatos que entonces era uribista, les dijo a sus huestes que estaría de acuerdo con un gobierno proclive al derroche y ágil para gastar desmesuradamente.

Esos ciudadanos rápidamente se decepcionaron del presidente que eligieron y de los congresistas que integran la llamada Mesa de Unidad. Son más de 9 millones de personas que le apostaron a la continuidad de la Seguridad Democrática y lo que ello significa.

Ahí radica el éxito que en tan poco tiempo ha alcanzado el Centro Democrático. Por eso rápidamente recogió a todos esos inconformes, decepcionados, frustrados y molestos con un gobierno que les “echó un cuento” para quitarles el voto. En reuniones de barrio, encuentros ocasionales, tertulias universitarias, charlas desprevenidas de amas de casa, hay un punto de coincidencia: se debe recuperar el rumbo.

De manera silenciosa, con los medios de comunicación tradicionales en contra, con las redes sociales como única herramienta para masificar el mensaje, los militantes del Centro Democrático han logrado constituirse en una fuerza política cuya dimensión se verá en los resultados electorales del año entrante. Y paso de las matemáticas a la lógica. Si esa lista, sin Uribe, de 28 senadores elegidos “cabalgaba” sobre el éxito de la Seguridad Democrática, ¿cuántos senadores saldrán en un país arrinconado por el terrorismo y con Uribe liderando la lista? 

Con los resultados en la mano, en ese momento habrá que preguntarle a Roy Barreras si sigue pensando que aquello era “puro cuento”. 



viernes, 1 de febrero de 2013

Mostrar la barbarie

Publicación de Periódico Debate (@DebateCol) de Febrero 4 de 2013


No habían pasado 24 horas de la presentación en sociedad de los precandidatos presidenciales del uribismo y el acto de trascendental significación política fue eclipsado por un hecho que despertó un debate profundo: la publicación, en la cuenta de Twitter del presidente Uribe, de una cruda y escalofriante fotografía en la que aparecen dos miembros de la policía asesinados por el frente 59 de la banda narcoterrorista de las Farc.

Los enemigos del ex presidente, muy dados a criticar todo lo que él haga o deje de hacer, salieron airados a descalificar la publicación. Algunos medios de comunicación cayeron en el juego, alegando que mostrar la barbarie de los terroristas era violatorio de los derechos de las víctimas.

Gran equivocación. Los derechos de las víctimas se violan negando los hechos atroces; los derechos de las víctimas se menoscaban minimizando lo ocurrido, tapando el nivel de degradación al que han llegado los genocidas que bañan de sangre inocente el suelo patrio.

Uribe es un hombre inmensamente popular que no necesita utilizar una fotografía dolorosa para conseguir un voto o para ganarse el aprecio de un ciudadano. Como líder tiene el deber de denunciar con sus discursos, con sus intervenciones y por supuesto con imágenes, los desmanes de los actuales interlocutores del gobierno en la mesa de negociación de La Habana.

Callar, tapar, desconocer lo que las Farc le hacen a los miembros de la Fuerza Pública y a nuestros compatriotas que día a día pierden sus vidas, es un acto de cobardía y hasta de complicidad, máxime ahora que el gobierno pretende que el país olvide los crímenes de la guerrilla para viabilizar un proceso de paz con impunidad que se discute en el paraíso de la satrapía castrista.

Mientras el terrorismo siga haciendo de las suyas, los colombianos estamos en todo el derecho de conocer su accionar, de mostrárselo a nuestros hijos y al mundo, como en su momento se hizo con las imágenes de las salvajadas contra la humanidad del totalitarismo de comienzos del siglo XX. ¿Qué tal que por “decencia” se hubiera decidido no mostrar lo que pasó en Auschwitz, Treblinka, Mauthausen, Sachsenhausen? ¿O que por consideraciones absurdas no se nos diera a conocer que gracias al Gulag stalinista más de 20 millones de personas fueron matadas de física hambre?

Es doloroso. Compunge el alma y entristece el corazón que en Colombia haya unos sádicos capaces de hacer a nuestros policías eso que se ve en las fotografías dadas a conocer por el presidente Uribe. Pero la congoja no puede desahogarse airadamente en quien tiene el valor civil de mostrárnoslo, sino en los autores intelectuales y materiales de semejante absurdo.

Así que al margen de las controversias políticas, es obligación no solo de Uribe sino de todos aquellos colombianos que no comulgamos con las acciones de los terroristas, el mostrar todo cuanto ellos hacen contra la Patria y sus instituciones, pero sobre todo contra los colombianos; porque las víctimas tienen derecho a que el mundo entero conozca lo que en Colombia hace el terrorismo con el que “dialoga” el gobierno colombiano en cómodos salones cubanos.

COLOFON: Decía el ex presidente Uribe hace menos de 24 horas que el circo romano de la modernidad era la Cuba castrista de principios de los años sesentas. Después de lo que vimos hoy y trayendo eso a valor presente, se quedó corto Presidente.