Publicación de Periódico Debate (@DebateCol) de Febrero 20 de 2013
No
sorprende la última encuesta de Datexco. Desde aquella que siguió a los
primeros 100 días de gobierno, la popularidad del presidente Santos ha venido
cayendo inexorablemente. La realizada cuando se anunciaron los diálogos de La Habana fue la
única que contradijo esa tendencia. Dijimos entonces, y hoy lo comprobamos, que
era meramente circunstancial y respondía a la exacerbación colectiva del anhelo
de paz con que hemos nacido y han muerto colombianos por más de 50 años.
Ni
los decimales ni los márgenes de error pueden invertir una tendencia de más de
dos años. Se requiere una ejecución excepcional o unos eventos extraordinarios
que detengan esa inercia. El gobierno lleva más de un año alegando que es un
problema de comunicación. Falso. En los últimos cincuenta años no se había
visto tan desmesurada compra de conciencia editorial y periodística como ahora.
El gobierno ha tenido toda la prensa que ha querido y sin ruborizarse ha sabido
acallar las voces que le resultan molestas a su narcisista unanimismo.
Sin
embargo, con la negación que produce la soberbia y convencido del cuento de la
comunicación, el Gobierno preparó para el 2013 una nueva “Vuelta a Colombia”
que viene ejecutando contra falsa pulmonía y marea. Le oí decir a uno de los ya
muchos altos consejeros presidenciales que el gobierno sabía que necesitaba
mostrarse en las regiones si quería parar esa tendencia, a tiempo para
reelegirse.
Esta
nueva gira se distingue de la anterior en que viene acompañada de tabletas para
los niños, casas gratis y una alta dosis de disfraces y frases alegóricas a las
costumbres de cada región. No me referiré a lo postizo y ridículo que se le ven
a este gobierno esos “accesorios” culturales. Merece comentario más bien el
velado chantaje que en esta gira representan las regalías y la anunciada “redescentralización”
con que el Ministro del Interior justifica entregar las retenidas y rescatar a
Santos.
No
puede el gobierno pretender, después de hacer pasar hambre a las regiones
reteniéndoles sus regalías en Bogotá por dos años, que los cheques del 2013 que
alcaldes y gobernadores recibirán con una sonrisa, sean capaces de cambiar la
opinión de los electores. El daño está hecho y solo sería reversible si esos
dos años de hambre hubiesen estado acompañados de ejecución. Pero no fue el
caso porque las locomotoras nunca arrancaron.
Eso
explica que la única novedad de la encuesta sea el notorio incremento del
negativo. De paso sirve para demostrar, por las fechas de la encuesta, que esta
nueva Vuelta a Colombia no le está funcionando, por lo menos en cuanto a ese
vanidoso objetivo se refiere. Y no hay que ser Pitágoras para entender que la
cuenta de cobro es por la seguridad. La mayoría expresada en la encuesta contra
los diálogos de paz, contra las Farc y contra el manejo del gobierno en el tema
de seguridad, serían bastantes para invocar el espíritu democrático y terminar
los diálogos de La Habana. Sería de paso lo único que lo salvaría.
Pero
este gobierno se ha caracterizado por obrar contra la evidencia, así sea camino
al despeñadero. La única explicación para quedarse en la mesa le daría la razón
a quienes han sostenido que existe un acuerdo cocinado desde el inicio de los
diálogos.
Si
Santos insiste en ver la inexistente voluntad de paz de las Farc a pesar de lo
contraevidente de los hechos y los resultados de la encuesta, no habrá casas
gratis, pantalones morados, regalías atrasadas ni tabletas que valgan para
salvar su propio desplome.