Celebro
la decisión de Juan Carlos Vélez de lanzar su precandidatura a la presidencia. Que
no se vea como un acto político contra Oscar Iván Zuluaga; ni suyo, ni del Centro
de Pensamiento Primero Colombia. Antes bien, es una muestra de la convocatoria
de las tesis del Puro Centro Democrático, un escenario de convergencia sobre lo
fundamental donde otras diferencias tienen cabida y enriquecen el debate. Por
eso sería bueno que ese ejemplo lo siguieran otros líderes dispuestos a casarse
con los principios de la seguridad democrática, la confianza inversionista y la
inclusión social, lo que a su turno implica comprometerse con la defensa de sus
postulados cualquiera que sea el resultado final de esas precandidaturas.
Por
eso hay espacio para dos y para más. Que a esos nombres se sumara el de Juan
Lozano y que en su caso Marta Lucía Ramírez no lo viera como una traición al
Partido Conservador. Si tan solo supiera cuántos conservadores se la juegan por
un uribista antes que por un conservador clientelista. El Puro Centro
Democrático está por encima de los partidos porque a diferencia de componendas
burocráticas o coaliciones electorales como la U, su fuerza está en las ideas,
en postulados puestos en práctica por el presidente Uribe durante su mandato. Son
suficiente garantía de convocatoria la férrea convicción de que esos postulados
funcionan y el clamor de millones de ciudadanos que hoy se sienten traicionados
porque el presidente Santos no haya sabido responder a la confianza que el
presidente Uribe tuvo con él al encomendarle los tres huevitos.
No
se puede caer en el error que ha cometido el Gobierno de confundirse de
enemigo. Los áulicos de Santos le dicen al oído y en columnas dominicales que
su enemigo es el uribismo y que sus amigos son los huéspedes del vecino país,
quienes entran de cuando en vez para sembrar terror, dejando viudas y huérfanos
a su paso. Flaco favor le han hecho: iniciará la segunda mitad de su mandato
con la reelección perdida y una gobernabilidad herida que solo le sirve a la
silenciosa pero disciplinada Marcha Patriótica y a cualquier otra manifestación
con objetivos desestabilizadores y anárquicos.
Por
eso me resultó bochornoso que tan solo pocas horas después del evento de El
Nogal las redes sociales fueran escenario de una contienda entre “zuluaguistas”
y “ramiristas” como si se tratara de enemigos. El enemigo es otro y en eso no
nos podemos confundir.
Lo
que no puede pasar es que se matriculen malos estudiantes. Porque al “perro no
lo capan dos veces” hay que pasar el examen del Puro Centro Democrático y
comprometerse con unas reglas de juego, tan prístinas y elementales como inmunes a la rebeldía y la
soberbia. Estamos pagando el precio del olvido de la Seguridad Democrática y
hay una lección aprendida. La tarea que sigue implica abandonar los egos
personales para rendirle culto a las ideas; diseñar propuestas que no por
novedosas, se vayan a salir de esos postulados; jugar limpio y al final del
debate, cualesquiera que sean esas reglas, entregar todos sus apoyos a quien
resulte candidato único.
Esa
dinámica podría de una buena vez callar los ataques mendaces de críticos miopes
que ven en cada acto del uribismo un interés reeleccionista. Debe ser difícil
aceptar el hecho histórico de un ex presidente con la popularidad del
presidente Uribe. Por eso quizás su miopía viene del pánico y no los deja ver
que esos actos responden al clamor de otros latinoamericanos que hoy viven las
consecuencias del llamado socialismo del siglo XXI, una enfermedad que sigue haciendo
males por todo el continente. El presidente Uribe está llamado a liderar el
foro democrático latinoamericano que desnude las tristes consecuencias que está
teniendo el Foro de Sao Pablo en Latinoamérica.
Mientras
tanto, que sigan las precandidaturas. Como en una licitación, que precalifiquen
todos los que estén dispuestos a pasar el examen del PCD y a defenderlo hoy y
mañana, cualquiera que sea el resultado de la adjudicación. Más aún, que en esa
justa se destaquen por otras diferencias y no por el descrédito de las de sus
contendores pero que antes de jugar la clasificación, se comprometan con las
reglas de juego para que al final, la adjudicación de la precandidatura, más
que a un precandidato, siga siendo a un ideario. Esa es la lección de la
coherencia, que a propósito, es una de las responsables de la popularidad del
presidente Uribe que tanto trasnocha a sus detractores.
¡Bien
por Oscar Iván Zuluaga! ¡Bien por Juan Carlos Vélez! ¿Más nombres? Ojalá. Buen
trabajo CPPC.