El presidente Santos celebró hoy haber alcanzado un millón
de seguidores en Twitter, y yo me alegro. Me alegro aunque no sean reales y me
alegro más si lo son; y felicito, respectivamente, a Juan y a Juan Manuel. Y no
por las razones por las que ellos se congratulan, que probablemente serán las
de la fatua vanidad (tal vez hacen cábalas de cuánto les falta para alcanzar a
@AlvaroUribeVel), sino porque muestra la relevancia de una red social en la
agenda del Gobierno, que permite que más ciudadanos conozcan de primera mano lo
que le preocupa y ocupa a su presidente.
Desde los primeros años de internet se habla de la red como
herramienta de gobierno; más adelante se suma el ingrediente de accountability (responsabilidad). Y yo
creo que si el Gobierno trasciende la humana dimensión del ego para ver la de
la responsabilidad, antes que congratularse, tendría que examinar si su gestión
y comunicación de la misma cumple con las expectativas de un país que lo eligió
por la promesa de defender unos principios y recorrer unos derroteros trazados
por esos principios.
Este gobierno parece haber preferido la opción de apartarse
de esos principios y caminar otros derroteros. En países más civilizados o en
sistemas de gobierno parlamentario, eso daría para un impeachment o para un relevo en el gobierno. No en nuestro caso.
Pero bajo la novedad de la reelección presidencial, sí puede tener un impacto
crucial a la hora de premiar o castigar al mandatario de turno con un segundo
término y en medio de las congratulaciones recíprocas, Palacio no lo está
viendo.
Lo que Palacio está viendo es la inmensa fuerza de opinión
de las redes sociales, creyendo ingenuamente que el número de seguidores en
Twitter es la medida de su aceptación o aprobación. Si eso fuera así,
@ernestosamperp acaso tendría una cuarta parte (8,000) de los 32,000 seguidores
que tiene. Por el contrario, cualquiera
que sea el número, son individuos que están “viendo” lo que otro está haciendo
y diciendo, con lo cual se forman una opinión de esa gestión, bien por acción
ora por omisión. Y lo otro que probablemente Palacio no está viendo es que las
redes le están reclamando su omisión por encima de su acción, así como su
silencio por encima de su manifestación, como ha ocurrido con el atentado
contra Fernando Londoño, el vil asesinato de doce miembros de nuestras fuerzas
armadas en la frontera con Venezuela, las reiteradas mentiras del gobierno
venezolano en relación con las FARC o los trece niños secuestrados en el
Putumayo.
La buena noticia es que demuestra que en la incomodidad que
al Gobierno le produce @AlvaroUribeVel, el ex presidente le sigue poniendo
agenda, algo sin duda positivo para la democracia. De lo contrario, el Gobierno
no reaccionaría como lo está haciendo frente a los tweets de @AlvaroUribeVel. La otra buena noticia es que demuestra
que el Gobierno está viendo que el control de los medios tradicionales no es
suficiente para manejar opinión; antes por el contrario, en no pocas ocasiones
los tweets de @AlvaroUribeVel son la
noticia de los medios tradicionales.
Esta tendencia se va a incrementar con el paso del tiempo.
Si el Gobierno sigue creyendo que esto es cuestión de número de seguidores o de
una competencia con @AlvaroUribeVel, ya la tiene perdida. Porque esa hinchada,
casi fanática del ex presidente Uribe en Twitter,
no es la respuesta a una vanidad personal sino la libre identificación ciudadana
con unos principios y unas ideas de las que la gente se apropia y clama porque
se las representen públicamente. Y lo que el ciudadano ve es que en lugar de
adoptar la cómoda postura ex presidencial de la poltrona, @AlvaroUribeVel sale
a defender esas ideas, hecho que a muchos incomoda, pero que el ciudadano del
común agradece infinitamente, tanto más cuando ve los sacrificios que
representa esa vocería para la persona misma del ex presidente, mucho más
cuando siente que esa vocería le mantiene viva la esperanza de que no se pierda
el rumbo.
COLOFON: Quiero
reproducir palabras ajenas con
ocasión de esta idea del obrar político de @AlvaroUribeVel en Twitter, porque reflejan ese anhelo en
su motivación. Se trata de las líneas finales de una carta del ex presidente
Uribe, excusándose, por estar fuera del país, de asistir a un homenaje al ex
presidente Betancur:
“Tengo particular
gratitud y envidia de la buena por el Presidente Betancur: gratitud por el
apoyo generoso que dio a nuestro Gobierno, del cual habría podido convertirse
en acérrimo opositor; y, envidia de la buena por el tranquilo discurrir en su
periplo de Ex Presidente, que contrasta con mi turbulencia sin tregua, que, sin
embargo, algún día, el ejemplo del Presidente Betancur, mis años y mis nietos y
sobre todo, un corazón tranquilo sobre el futuro de la Patria, se encargarán de
apaciguar.”
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